Ella está suave y tibia,
sus mejillas son besables
y su cuerpecito incita al abrazo a toda hora...
Es un pedacito de mujer enamorada de su piano, de Barney, de Hi5, de su camita... de mí.
Dormir con ella es tocar un poquito el cielo cada mañana,
sentirla así tan viva, tan tierna, me estrena el alma...
¿cuánto más?
¿Qué tanto el cielo me concede el privilegio de sus miradas, el toque de sus sonrisas....
la tormenta de su amor?
Nunca algo ha sido tan significativo, nunca tan valioso, nunca tan verdadero.
Me quedo allí,
me quedo con el regalo de sus ojitos,
con la torpeza de sus manitas,
saboreándome sus simplezas, su apatía con los problemas, con los enfados.
Me detengo y me quedo...
con lo perfecto que es su amor.
Su amor.
Sublime y cierto.